La chica del tanga-tango
No recuerdo su nombre. Y si lo intento, mi saliva se convierte en canela... Me arrastró hasta un maloliente callejón de las afueras. Abrazados, aliento con aliento, manipulados por la química del alcohol y las hormonas. Embriagado por su minúscula cintura de bailarina y sus bien torneadas piernas, me adentré en los arrabales, descubrí aquel tugurio de nostálgicos del tango con aroma de los años veinte.... Sonó aquella música de desesperados y arrebatados acordes y ella me arrastró con frenesí hasta el rincón mas oscuro de la taberna y guiando mis manos las hizo recorrer sus muslos hasta los limites de aquel tanga. Finisimo envoltorio, vulnerable cinturón de castidad que llamaba a traspasar su enigmática sensualidad.... Recuerdo sus ojos oscuros, profundos, y besarnos hasta saciar aquella inacabable y placentera sed..... Bruscamente saltó hacia la pista llevandome con ella. Mientras bailamos aquel tango del diablo, me prometió, muy pegada su lengua a mi oído, su rojo tanga como trofeo.
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