.- Mi vida es un hospital abandonado, olvidado...ya me entiendes, con el lejano murmullo de la vida, de la muerte, sus antiguos inquilinos. Si miro dentro de mí solo veo autodestrucción y un largo y desvencijado pasillo donde las hojarascas vuelan a un palmo del suelo sostenídas sobre un viento escalofriante que se cuela por huecos que antes fueron soleadas ventanas...
.- Desgraciadamente me haces sentirlo, palparlo... Hubieses sido un gran cineasta...bueno, hubieses sido tantas cosas sin dejar de ser tú...
.- Ya no me aterra que me sea todo tan familiar...Es más, si desde el silencio de esta alta terraza me empujáces al vacío ahora mismo te lo agradecería y no sabes como Bianca, mi vieja enfermera....
.- Tú y tus eternos retornos. Tus rancias paranoias mi viejo doctor. Los dos conocemos tu vieja relación de amor odio con el paso del tiempo.
.- Quiero llorar pero en noches tan receptivas como que.., ahh...ésta refrescante humedad en el ambiente...Me siento además invadido por este suave
pero siempre penetrante olor a "dama de noche" que sabes me transporta y aunque esta puta contaminación me muestra tan pocas
estrellas, pero tan visibles haciéndolas tan cercanas, que mirándolas mi corazón se deshace fácilmente de la vieja mano de la nostalgia que en vano intenta oprimirlo...
.- Te conozco hace tanto Luciano -Y digo conocer con todas las dudas que ello implica- Y aún así me fascina tu facilidad para resultar siempre un encantador desconocido.
.- Se que es el final de mi madrugada que ya no titubea, me pasa por encima con pasos firmes...¿Conoces esos instantes, cuando uno deja de gravitar sobre el centro de gravedad del otro y escapa a su influjo..?
.- Sé perfectamente lo que dices. Sentirse extraño por una fracción de segundo y mirar con los ojos de una fría pero, lo que parece ser una esclarecedora lejanía, a los ojos del otro, que de durar se convierte en angustiante realidad. Si.
.- Vés, cómo siempre acabamos hablando de soledad y autoapocalípsis...¿Recuerdas la última vez que tratamos sobre todo esto..?
.- Cómo olvidar aquella larguísima noche...aquél destartalado tren. Yo había roto con Gerard en otro de mis desvaríos...
.- Ya te dije que las luces brillan mas en la distancia. Siempre procuré alejarme del foco, junto a él se difumina todo.
.- No se qué me unía a ese gran pedazo de ego y sus idas y venidas...
.- Desde que te recuerdo eres un meteoríto haciendo su eterno paseo.
.- Y cuantos destrozos...A otros y al propio meteoríto.
.- Sabes mejor que nadie que me enfrento, a una batalla perdida, lo que paradojicamente te suele dar seguridad.
.- Cuando el laberinto te lo fabrican otros nos parece mas maléfico..(sonríe)
.- Y en éste se olvidaron poner la puerta de salida..(sonríe)
.- Bien sabes lo que supone mi larga enfermedad y a fin de cuentas, mi inútil pero obstinada resistencia. Aunque debo estarle agradecida, ha rescatado lo poquita humanidad que no se había deteriorado.
.- En mi caso y aún siendo el mejor de los pacientes, llegó mi hora, y mira que he tratado de retrasarla...(sonríe con sorna)
.- Hasta a los relojes les llega su hora.( le devuelve la misma sonrisa)
.- Amiga Bianca, de largo sabemos que la existencia siempre será un diagnóstico incompleto...
.- Si. Es por lo que no puedo dejar de reírme cuando los veo con toda su juventud y sus batas blindadas parapetados tras sus ejércitos de scánneres y sus sofisticadas químicas seguros de que acabarán dominando a la enfermedad mas antigua del mundo...La insobornable vida.
Bianca y Luciano se habían conocido muchos años atrás en difíciles circunstancias. Él como doctor y ella como enfermera en medio de una Europa destruida. Sus vidas, entre fortuitos o premeditados avatares nunca se separaron aún en las mas grandes distancia geográficas o sentimentales. El tiempo los había hecho coincidir en sus ocasos. Ahora ya no había nada por lo que sobrevivir o luchar. Excepto su amistad.
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