El suspiro del trovador

En la oscura y fría noche del alma siempre vagará un jinete sin nombre, sobre un desbocado corcel buscando el anhelado calor de un fuego que aunque resplandeciente siempre se divisirá lejano, sobre remotas colinas que sus propias ansias no pararán de dibujar..... 

 
















Roland de Duarés persiguió por última vez un sueño que acabó por refugiarse en un laberinto al que febrilmente acompañó hasta perderse él mismo también en el, mas acabó por reconocer, que todo fue una trampa mas de su vehemente imaginación, un espejismo alentado por los propios mecanismos de una arrebatadora ensoñación... .-No existen por siempre las noches claras, ni miradas que no traicionen, aguas eternamente cristalinas o las estrellas que mueren de tanto alumbrar...-Se dijo, allí en medio de la madrugada sentado a los pies de un viejo roble- sintiendo su corazón ajado por los zarpazos de la fría ventisca de unos poderosos sentimientos, tal vez figurados, que primero habían besado su soledad para después acuchillarla en el mas sonoro silencio...Atormentado perseguía fantasmas con un arma demasiado frágil, los efimeros recuerdos que tenia de ellos, y encima, el olor a azahar de la pronta primavera, en otros tiempos placenteros para la memoria amorosa, ahora tampoco ayudaba, revoloteando como si quisiera arrojarle sal en la herida de su ya perdida quimera. Embelesado en su propio dolor, tan reales le parecían los besos, los abrazos, los susurros y las risas, que embriagado de lacerante pasión sus ojos acabaron inundandose de lágrimas que rápidamente cruzaron sus mejillas quemandolas a su paso..No hay repuestos para recomponer un corazon roto, si no un buen baño de realidad, pero donde encontrarla !!.. -Se preguntaba compungido sabiendo que no hallaría consuelo o respuesta- Abrazó su viejo laúd y espero que sus manos recorrieran ciegas el mástil, como  en tantas noches, atardeceres, amaneceres, cuando la nostalgia apretaba y se convertía en el útimo refugio, arrancando notas que mas bien parecían salir de su alma que no del instrumento, como aullidos de solitario lobo a la sorda luna de la meridiana madrugada...Pero tenia que acabar con aquello que ya traspasaba la frontera de lo soportable, y en ese instante no conocía mas remedio que beberse su propia vida mezclada con el cáliz venenoso de un licor que le había confeccionado tiempo atrás una bruja del Rosellón para dárselo a beber a un marido ultrajado y que le acompañaba en su mochila. Asi que con mano temblorosa puso la bebida en sus labios y pronunciando  el nombre de su irreal amada para si y a voces para su único testigo, el espectante firmamento, comenzó un largo trago que no llegó a terminar interrumpido por un hondo y hueco suspiro que silenció los latidos de su trastornado corazón para siempre.

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