La noche es madrugada a partir de ciertos requisitos...o al menos eso pienso... Hasta que no termino de afilar mi navaja sobre la media noche y oteo que el cielo contaminado de los suburbios donde sobrevivo me provee del buen disfraz de una espesa niebla, solo entonces doy por buena tal afirmación...Y es la señal para que comience una nueva cacería nocturna.
Cada madrugada enfilo mis pasos por intrincadas callejuelas sorteando vagabundos y rufianes, vigilantes de mugrientas paredes de pubs, chulos, marineros, ladrones y jóvenes prostitutas desdentadas por la violencia, hasta por fin deslizarme a la zona donde se acomodan ostentosos de poder los que mueven los hilos de la City, alejándome así del hedor de la pegajosa miseria... Hace varias semanas que vengo acechando a una joven muy especial que trabaja en una de las florecientes farmacias del aristocrático May Fair, Ann, probablemente una prometedora estudiante de química a la que he observado tras los cristales del establecimiento experimentando hasta altas horas de la noche, entre brevajes, alambiques y retortas...Incluso en una ocasión armándome de valor, he entrado a comprarle un ungüento, para estudiar el escenario y de paso a mi víctima...Es delicada, esbelta, muy rubia, de grandes ojos oscuros y vidriosos aunque incisivos hasta perturbarme, enigmática hasta el punto de alterar mi sueño con el solo roce de su fugaz recuerdo, cosa ésta que me altera gravemente por ocurrirme mas de una vez ...tan amable como gentil con la distinguida clientela..pero por suerte para mi, muy descuidada como regente de un negocio con gran entrada de dinero.....Así que esta noche, invadido por una inexplicable inquietud pero decidido a todo, aligero el paso esperando encontrarla trabajando... y en efecto, cuando pego mi nariz al cristal, allí está, como tantas noches, en el laboratorio de la trastienda bajo la pobre luz de una lampara de gas. Y con la ruin excusa de encontrarme muy mal, golpeó los cristales varias veces hasta que me ve y acude no sin cautela... Sin abrir la puerta me pregunta alarmada...Dada la hora comprendo que no quiera abrirme. Aunque mis aspecto no es precisamente el de un dandy, bien puedo pasar por un inocente burgués de la zona, así que finjo estar mareado hasta el punto de perder el sentido de un momento a otro...-Se que el maldito viejo judío propietario vive en la primera planta..-pero todo está en silencio, la calle está desierta..solo un borracho a duras penas la cruza y a mas de cinco metros no hay mas visibilidad que la que aportan muy de tarde en tarde las luces de los carruajes....Ella entreabre la puerta..tiembla todo mi cuerpo como nunca antes había experimentado mientras meto mi mano en el bolsillo sujetando con fuerza la navaja, hay un halo extraño en ella que me sobrecoge, mis manos sudan, sigo con mi teatro de aspavientos sintiéndome ridículo.... Me dice que me espere, que preparará rápidamente algo que no entiendo..momento que aprovecho para desmayarme y empujarla al interior....dejando caer con violencia mi pesado cuerpo sobre el de ella, derribándola en medio del local..La antorcha de gas que lleva en la mano ha caído al suelo prendiendo la moqueta pero se ha extinguido rápidamente...por un momento se ha hecho la oscuridad mas absoluta...y de su boca sale un apagado gemido, la navaja ya está fuera del bolsillo, pero ella no puede verla.... Un inesperado destello de luz que revive en la moribunda lamparilla fija su mirada con la mía..sus ojos chispean malignidad donde antes había belleza reflejandose con funesta mueca mi cara de terror en sus dilatadas pupilas, no habla pero su mirada sentencia..me sobrecoge la visión... me parece estar delante de un cuerpo espectral donde antes habitaba un ángel....Y en ese justo instante siento como si me hubiesen asestado un punzonazo en lo mas profundo de mi costado y me quedo sin fuerzas siquiera para empuñar el arma y llevarla a su inmaculado cuello, y en un inconsciente acto de estúpida y desconocida debilidad vuelvo a guardarla...mi frente esta helada por un frió sudor y mi corazón comienza a galopar con la fuerza de cien caballos, a la vez que un intenso dolor se apodera de mi brazo izquierdo e invade a gran velocidad mi pecho apoderándose también de mis pulmones hasta estrangularlo por la falta de oxigeno....Ann se deshace de mi apartándome bruscamente hacia un lado y rápidamente se pone de pie desafiante...Yo no puedo hacer otra cosa que permanecer inerte en medio de la lúgubre estancia mirando a su descompuesto y enajenado rostro mientras agita su mano mostrándome una jeringuilla aun goteante y yo comienzo a sentir como mi vida se apaga para siempre....
-A la mañana siguiente una
escueta nota en la página de sucesos del Daily Telegraph comenta la
muerte del desconocido Thomas Winker, por angina de pecho, en una
farmacia de un distinguido barrio del noroeste de Londres en la
madrugada del lunes... por otro lado algo muy frecuente ultimamente
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