¿ Amor o Quimica ...?


El enamoramiento es un desencadenante de la experiencia amorosa. Es un estado anímico, el contacto con una fuerza interior, vibración interna, un torbellino que nos atrae irresistiblemente a otra persona sin saber por qué. Es la búsqueda de aproximación, el deseo de aceptación, de contacto, de fusión. Esta experiencia produce una descarga interior que no permite percibir aspectos de la realidad que otros perciben. El sentimiento de estar enamorado se vive con una experiencia de cambio, renovación, creatividad, fantasía, bondad. Los enamorados transforman la visión que tienen de sí mismos y del mundo. El enamorado es totalmente fiel: no existen otras personas deseables. Constituye una experiencia de locura, en el que se dan fenómenos psicológicos que pueden ser descritos en términos de fusión de dos personas. De esta manera ven, sienten y piensan lo mismo.

En esta etapa se vive el amor romántico, constituido por la intimidad y la pasión, que suele ser poco estable y controlable, y muy intenso. Este tipo de amor es altamente valorado en nuestra sociedad, pues está considerado como ideal y básico para proseguir una relación. Walter Riso, autor de Deshojando margaritas, lo considera como “la proyección de las necesidades de un individuo sobre un objeto de amor. El amor romántico es la búsqueda del compañero ideal, quien personifica todas las perfecciones y los atributos divinos que el propio individuo cree necesitar”.

Otro elemento es el amor erótico. Cuando el deseo sexual surge durante el enamoramiento prevalece el anhelo de la fusión completa. Para muchas parejas “hacer el amor con amor” es una de las experiencias que más valoran y enaltecen, por lo que muchas veces este sentimiento puede ser una forma engañosa de considerar que se siente amor por otra persona. Se le puede confundir debido a que derrumba las barreras que existían hasta ese momento entre dos desconocidos. Esta experiencia suele ser corta, cuando el desconocido se convierte en una persona íntimamente conocida. En este caso, la intimidad se establece a través del contacto físico. Ante esto, muchas personas unen el deseo sexual a la idea del amor y creen que cuando se ama se desea sexualmente, cuando no siempre es así. La atracción sexual crea la ilusión de la comunión pero sin amor, esta comunión deja a los desconocidos tan separados como antes y cuando la ilusión se desvanece, tienden a avergonzarse o arrepentirse.

Con el enamoramiento aparece la idealización del ser amado caracterizado por una sobrevaloración de la pareja, de sus cualidades y características. Es sentir lo que siempre se ha deseado, pero en dos sentidos: el ideal de uno y el ideal del nosotros. Todas las dificultades de la realidad se desmienten o reducen en importancia. La necesidad y deseo de estar en contacto con la pareja es primordial ya que se ve como “el más guapo”, “la más atractiva”, “el hombre o la mujer ideal”.

La ola de sensaciones placenteras que se desencadenan en el enamoramiento se debe a la producción de sustancias químicas generadas a nivel cerebral, como endorfinas, dopamina, epinefrina, serotonina y oxitocina. En gran medida la feniletilamina es la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que se experimentan cuando se está enamorado: afecta la percepción de la realidad, lo que contribuye a la idealización de la pareja y se dispara por el contacto visual a partir de eventos tan simples como un intercambio de miradas o un apretón de manos.

Sin embargo, el estado eufórico y placentero que producen los neurotransmisores disminuyen después de un tiempo, ya que el cerebro no puede sostenerse en este estado de exaltación romántica. Cuando la producción de éstos alcanza su nivel normal surge una nueva emoción: el apego, ese sentimiento cálido, cómodo y seguro que contribuye a dar cohesión a la pareja, ya que pueden entrar a un estado de mayor calma y cercanía emocional, durante la cual la pareja va conociéndose, también en el plano sexual, y poco a poco se genera la intimidad; en ocasiones, esta fase evoluciona y pasa a una relación más comprometida. La etapa de transición sucede en distintos momentos de acuerdo con cada integrante de la pareja.

El enamoramiento tarde o temprano acaba, aunque muchas veces hay resistencia para aceptar su fin. En su mayoría, el final del enamoramiento viene acompañado por la desilusión que se presenta desde en forma leve y transitoria hasta prolongada y sumamente dolorosa, dependiendo de la intensidad del enamoramiento, de la estructura de la personalidad previa del sujeto, y por lo tanto, de su fragilidad o vulnerabilidad y del uso de mecanismos para manejar sus conflictos emocionales. Esto puede observarse desde dos puntos: el fin de la relación cuando las personas involucradas consideran que si no hay esas sensaciones placenteras del enamoramiento no hay nada que los una como pareja; o la oportunidad de construir el amor maduro y real.

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